RECUPERACIÓN
DE LA MEMORIA BIOCULTURAL.
La transmisión de la memoria biocultural a las nuevas generaciones
ha sido una experiencia enriquecida y cada vez más refinada mediante la
repetición en el tiempo que ha tenido lugar gracias al “dialogo de saberes”,
que convierte a la memoria biocultural en un descriptor de procesos innegables
de perfeccionamiento. Además, de acuerdo con Toledo y Barrera-Bassols, el
conocimiento contenido en un solo informante es la síntesis de la experiencia
históricamente acumulada y transmitida a través de generaciones por una cultura
rural determinada (lo que le dijeron), la experiencia socialmente compartida
por los miembros de una misma generación (lo que le dicen) y la experiencia
personal y particular del propio productor y su familia, adquirida a través de
la repetición del ciclo productivo anual, enriquecido por variaciones, eventos
imprevistos y sorpresas diversas (lo que observa por sí mismo).
La memoria biocultural tiene la potencialidad de recoger aquellos
rasgos identitarios de los pueblos y familias campesinas. Identidades
sustentadas como un edificio sobre sus cimientos. Es decir, todas las ideas
transmitidas por la cultura, las experiencias y los relatos escuchados, son el
esqueleto sobre el cual se va construyendo una memoria biocultural colectiva
que se ve a sí misma como heredera de quienes le precedieron, pero a la vez
como gestor de futuro. Esto mismo sucede con las personas, que igualmente, se
van haciendo su propia identidad, basándose en remembranzas e historias que les
ha transmite su vida, su entorno, su familia, su imaginación, seleccionando qué
y cómo recordar, siempre en un contexto social dado que nos sumerge en lo
colectivo. Este enlace entre identidad y memoria es una dimensión que lleva a
pensarnos y preguntarnos de dónde venimos, por qué somos como somos y más aún,
qué queremos para el futuro, y nos hace seres más críticos y reflexivos.
En estos tiempos de crisis del medio rural en donde: se han
perdido los derechos básicos para poder decidir qué vamos a producir y
alimentarnos; se ha perdido el derecho de las sociedades a tener acceso a
tierra para producir; es alarmante la falta de reconocimiento de nuestros
campesinos y se están perdiendo importantes saberes campesinos ancestrales.
Las culturas rurales son portadoras de buena parte de los valores
constituyentes de la sociedad que desde el enfoque agroecológico se apoya;
tales como: el trabajo y la propiedad colectivas, el autoabastecimiento, la
autonomía y la biodiversidad como estrategia para la seguridad y la estabilidad
social y ecológica. En nuestras manos está la posibilidad de recuperar el
conocimiento tradicional (el saber-hacer) para la sostenibilidad, antes de que
las últimas generaciones de campesinos desaparezcan del territorio español; y
con ellas las herramientas, las instituciones tradicionales comunales (que no
públicas o estatales), las infraestructuras (acequias, molinos, caminos...), y
las semillas y las razas ganaderas tradicionales asociadas.
El desarrollo rural sostenible del estado español no va a ser
posible a menos que se haga una reforma agraria integral que asegure la
redistribución de tierras y promueva la recampesinación de una sociedad plural
y abierta, con jóvenes y adultos, en el valle y en la montaña. Este nuevo
paradigma no será posible sin la reconciliación de la sociedad y revalorización
de las raíces campesinas de cada territorio. Para ello la agroecología, propone
el rescate de todos aquellos conocimientos campesinos y prácticas validas para
vitalización del medio rural. En esta praxis, la cercanía con las sociedades
guardianas de biodiversidad será fundamental y estratégica. Debido a que la
memoria biocultural y el saber campesino están íntimamente conectados y por
tanto dependen mutuamente.
Mirando al futuro del campo, la memoria biocultural es una pieza
clave de análisis desde la perspectiva agroecológica, porque valoriza el
conocimiento tradicional de la naturaleza, al mantenerlo, recordarlo y
vivificarlo. La memoria biocultural comprende sabidurías recogidas y aprendidas
de los campesinos que han sabido transmitir en forma oral en general de
aquellos pueblos o agroecosistema que conservan su estructura social,
tradiciones y cultura campesina. Incluyendo un complejo integrado por el
conjunto de creencias (cosmos), el sistema de conocimientos (corpus) y el
conjunto de prácticas productivas (praxis).
Por todo lo anterior, el conocimiento o saber campesino que
alberga la memoria biocultural, constituye un verdadero patrimonio para el
desarrollo de propuestas de desarrollo rural y es por ello que desde el enfoque
agroecológico es de especial interés el tejido de puentes de diálogo para el
conocimiento de sabidurías campesinas para el mantenimiento de memorias
bioculturales vivas.
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